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lunes, 13 de junio de 2022

Incertidumbre del nombrar. Jennifer García (Medellín)✅

Incertidumbre del nombrar (Jennifer García)



Escritora Jennifer García (México)


 

Por: Juan Manuel Roca

 

 


De entrada el título de este libro me desacomoda. El hábito de nominar a veces crea una idea, una asertiva y falsa certidumbre. A la hora de la escritura es bueno dudar, sobre todo cuando pretendemos fijar intuiciones suscitadas por un gran arte del hallazgo como es la poesía. Esa incertidumbre, eso sobre lo que no tenemos un control absoluto lo necesitamos como se necesita un tiento a la hora de pintar.


Foto Archivo EP


Los pintores se valen de un sencillo palo en el que apoyan mano y pincel para que la pincelada tenga una mayor precisión; en el caso del poeta ese instrumento se hace menos visible. Es un cayado o un bastón intangible y curvo para conducir un rebaño de palabras. De ahí pues, las suscitaciones y preguntas que me nacen al leer “Incertidumbre de nombrar”, este libro de Jennifer García Acevedo.

 


Jennifer García Acevedo


Quisiera señalar que sus poemas en prosa están entreverados a la filosofía, a un asunto que para un poeta como René Char tiene que ver con que la lucidez sea la herida más cercana al sol, con una atención a un mundo emocional que no tiene por qué expresar solamente lo inteligible, sino con un posible maridaje entre lo nítido y lo difuso, María Zambrano de presente.

 


Obra Incertidumbre del nombrar. Sakura Ediciones


La autora de este libro tiene a mi juicio una manera de andar por y con las palabras, algo que remite a un decir de Max Jacob: “El primer resultado de la vida interior es hacérnosla permeable. Un poeta impermeable no hará más que obras superficiales”. Esto es algo que ronda en la palabra de poetas que poco a poco construyen lo que Aldo Pellegrini llama “la internacional de la mediocridad”: esto es el facilismo, la falta de pensamiento y un gusto por permanecer impermeables mientras “remueven las aguas para parecer profundos”.

 


Cuando Jennifer García piensa en los “pies separados de Dios y de la tierra” a propósito de una pintura de René Magritte, y describe una legión de hombres suspendidos en el aire, pone de presente que no sabemos bien si el rebaño humano está en ascenso o en caída (“Lluvia de hombres”). Sin quizás pretenderlo ella podría estar hablando del poeta, de alguien que vive confundiendo su caída con un inmortal ascenso.

 


Rene Magrit (Foto Archivo)


En su intento de traducir el lenguaje de los árboles, su secreto alfabeto (“El círculo de la espera”), afirma desde una incierta certidumbre que somos extranjeros en esa lengua universal que no entendemos simplemente porque no la atendemos. Traducir el lenguaje del árbol, ese maestro silencioso, quizás sea lo que siempre hace la luz, pero también podría ser un habla engañosa pues como ocurre con mucha poesía no devela lo que oculta su savia. Como todos somos extranjeros en el mundo, pasajeros o transeúntes de cuna a tumba, a la poesía de Jennifer García la rondan severas, duras preguntas que parecen dichas en las fronteras del mundo.

 


Foto Archivo EP


Al otro lado de ese mundo está otro lado del sueño. En él irrumpen a veces “la voz del hijo muerto antes de nacer, los nombres que amamos ocultos bajo un friso de máscaras, el hilo que sostiene el propio cuerpo”. Estamos en una “casa de todos y de nadie donde la vigilia siempre espera. Negamos lo otro, el reino oculto detrás de los párpados, el pálpito invisible de la casa donde arde una tristeza inmortal”. La belleza de las imágenes de esta poesía nos asalta a cada tramo. Son imágenes que resultan ser una suerte de “grito entre los sueños”, como lo inscribe en un epígrafe de Olga Orozco (“Sobre la necesidad del sueño”).

 


Obra Incertidumbre del nombrar

Afirma que “la infancia es una casa sin huésped” y esa desolada imagen del despojo conmueve y lleva a cavilar si un huésped puede muchas veces ser alguien que no tiene morada, lo que nos lleva a recuperar el espejismo de la niñez. Repito, por tratarse de una poesía de ideas e imágenes imantadas, de un enlazar dos orillas para fundar otra tercera que está por descubrirse, Jennifer García se aparta de tanta poesía que vive exaltando la imagen por la imagen y que se oculta, muy a la usanza coral, tras una densa niebla de palabras.

 


Foto Archivo EP


Su poema titulado “Sobre las jaulas” es una bella y poderosa reflexión sobre la ausencia de libertad,  está escrito sin grandes alardes discursivos: “Allí donde el animal atiende la urgencia de huir, donde la luz desaparece y el grito se hace carne en un lenguaje incomprensible, ningún Dios habla”. Es triste,  también doloroso y dicho de una manera certera este profundo poema que recuerda que “tarde reconocemos que en la boca del tigre se revela nuestra herida abierta”. Es difícil poder expresar una certidumbre desde la incertidumbre, una suerte de proverbio que me atrevería a poner en las vecindades de los proverbios del infierno de William Blake.


Foto Archivo EP


Bueno, esta poesía ambiciona “escribir lo invisible”, como la herrumbre “que también toma su lugar en nuestra boca”. La autora se mira, se examina y examina lo intangible: “Extraviados en las visiones del día ignoramos que hay un lenguaje común para lo oculto, para las plantas que permanecieron debajo de la tierra, para las casas que murieron antes de ser construidas”.  


Foto Archivo EP


Una casa que resulta derruida antes de iniciar su construcción es una suerte de imagen polimorfa que sirve para hablar de un país como el nuestro, un país hecho de sueños desde siempre postergados y que también desde siempre se ha alimentado de largos y eternos adioses, o como el estribillo del cuervo del poeta que vive un eterno e inconcluso “nevermore”. Quizás sea la bandera del humo que sube desde la chimenea para señalar un no lugar, un efímero espacio que se esconde cuando el fuego y el humo se apagan. (“Escribir lo invisible”).

 

Foto Archivo EP


Otra certera incertidumbre suya nos previene sobre le peste de las cronologías: “nadie es lo suficientemente viejo para morir o lo suficientemente joven para salvarse”. (“Sobre un cuadro de Caspar David Friedrich”)

 


Su poesía tiene un rigor, una búsqueda de precisión que rebasa a quienes claudican frente a los grupos de una internacional de la mediocridad, como llamara el siempre agudo Aldo Pellegrini a la corte “parvenu”.


 

Foto Archivo EP



Coda:

 

No hay en la autora de “Incertidumbre del nombrar” ningún acomodo para aceptar los pases hipnóticos de los falsos esteticismos o de los vanguardismos tardíos. Con palabras claras, descalzas, nos recuerda que muchas veces no logramos ver las cosas sino sus sombras. Me parece que su poesía cumple con dos señales de Max Jacob: “Condición de la belleza: que esté en usted”. Y también con recordarnos que “lo propio del lirismo es la inconsciencia, pero una inconsciencia vigilada”.


Foto Archivo EP




Jennifer García Acevedo

(Medellín, Colombia, 1995) Poeta, gestora cultural y tallerista. Sus poemas han sido publicados en diversas revistas, periódicos y antologías nacionales e internacionales. Obtuvo el premio Nacional de Poesía José Santos Soto (2019). Participó en festivales internacionales de cine y literatura.  Ha publicado Estaciones de lo invisible (Sakura ediciones, 2019) Escribir lo invisible (antología personal, nuevas voces editores, 2021) Incertidumbre del nombrar (Sakura ediciones, 2021). Sus poemas han sido traducidos al inglés, vietnamita, árabe, francés y creole haitiano. Es directora del Festival internacional de Poesía de Fredonia (Colombia).


Jennifer García Acevedo. Foto Archivo


Foto Archivo EP

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