Más de 12 concejos para cuidar tus libros✅
Son muchas las razones por
las cuales una biblioteca es importante. Las hay de distintos tamaños, de
distintitas temáticas, y en distintas ubicaciones de la casa. Todas responden a
los intereses de los lectores, que a bien, han tenido la paciencia de ir dándoles
formas.
En el auge de la era
digital, son comunes los debates sobre la importancia del libro en físico,
sobre su sobrevivencia ante el despliegue de las pantallas, y los innumerables
dispositivos de lectura. Lo cierto ante todo ello, es que la historia de la
civilización se sostiene sobre los libros. Desde las primeras memorias orales,
pasando por la génesis de las tablillas sumerias, luego por el conjunto de
papiros egipcios, y las primeras ediciones europeas, junto al icónico nombre de
Gutenberg; hasta nuestros días
de web site, los libros has estado
allí.
Han sido muchos los foros y conferencias
que se han dado, tanto de apologista de la era digital; como de detractores. La
simbiosis entre ambas realidades es innegable. Por razones que se pueden catalogar
misteriosas, seguimos detrás de los libros, buscando en sus páginas descifrar
las incógnitas que nos rodean, coleccionándolos, oliéndolos, guardándolos en un
rincón especial, o regalándolos a una persona en un momento indicado.
Sobre el porvenir, no sabemos mucho, solo podemos especular o deducir que las bibliotecas seguirán siendo uno de nuestros mejores aliados para combatir la soledad, los momentos de angustia, los errores, el desamparo, las ignominias, y los olvidos. En el presente, solo tenemos en nuestras manos, cuidarlas. Porque nunca sabremos quién y donde pueda llegar a ser leído un libro, y esto genere en ese espíritu un verdadero big bang, que le dé continuidad a toda la historia y la aventura del género humano.
1.
La selección después de la compra, el regalo, o el encuentro con el nuevo
miembro de la familia
Solemos buscar y encontrar
los libros de distintas maneras, y en distintos lugares. Algunos los podemos
recibir por regalos, prestamos, o por casualidad al encontrarlos en algún banco
olvidado. Otros los compramos, ya sea en librerías, libros de viejo, o ferias.
Lo importante es que tal como si se tratase de un nuevo miembro de la familia,
al momento de tener un nuevo libro en casa, se hace muy importante la
selección.
Esto quiere decir, revisar
de manera cuidadosa si el libro no presenta ningún tipo de hongo, polilla, u
otro tipo de elemento que puedan enfermar a los que ya tenemos en la
biblioteca. Con ello protegemos los libros sanos, y tenemos tiempo para mejorar
la recién adquisición, aplicando los cuidados necesario.
2.
Escoger el lugar más apropiado para la ubicación de nuestros compañeros en la casa
Solemos llegar a pensar que
una biblioteca puede estar ubicada en cualquier lugar, y en efecto, puede
estarlo. Se dan casos de bibliotecas que se encuentran dentro de armarios, en
el baño, bajo una repisa, sobre la cocina, entre dos marcos que sobresalen.
¿Pero es esto correcto?, ¿es una manera apropiada de tener los libros?
La respuesta es no. Una biblioteca aunque puede estar en cualquier lugar, eso no quiere decir que con ello conservamos de manera efectiva nuestros libros. Ya que un lugar demasiado húmedo, cargado de polvo, o con una exposición excesiva a la luz, están entre los peores lugares para ubicar una biblioteca. De allí que se hace imprescindible escoger un espacio donde el equilibrio este presente para resguardar nuestros libros. Sin exceso de humedad, sin exposición al polvo, sin iluminación solar o artificial constante.
3.
El sentido necesario de la comodidad al momento de ordenar nuestros libros
Con mucha seguridad, si tenemos
muchos libros, el espacio se va haciendo más reducido para resguardarlos. Y con
ello la biblioteca comienza a ser una imagen clara de lo que podemos llamar: “un amontonamiento de libros”. Lo más común es que ante la falta de espacio, los libros
se compriman unos a otros, y los coloquemos de manera forzada en la biblioteca,
evitando con ello que exista espacio para tomarlos fácilmente.
Esto no es recomendable. Lo mejor es tener los libros de manera cómoda, es decir, evitando que estén apiñados unos al lado de los otros, prisioneros o asfixiados. Implica un problema para las encuadernaciones, y al momento de querer tomar alguno, podemos dañar las portadas, las tapas, o las hojas, debido a la presión.
4. Los lugares comunes o el espacio que comparten nuestros libros
A este punto lo podemos
definir como el entorno, el ambiente. En casi todas las bibliotecas se
encuentran un sinfín de objetos y recuerdos, que solemos colocar para adornar, ocupar
espacios vacíos, tapar alguna imperfección, o decorar a nuestro gusto. ¿Qué
puede implicar que estos objetos estén cerca de nuestros libros?
Pues pueden implicar daños
directos e irrecuperables. Por ejemplo, un adorno de velas, las cuales pueden
estar encendidas cerca, implicaría en caso de un accidente o mala manipulación,
un incendio, y con ello la quema de los ejemplares.
Otro tipo de decoración
signada por objetos de vidrio que posean un gran tamaño, pueden también dañar
los libros al momento de quebrase, o si por alguna razón la biblioteca llega a
caer o desprenderse. Lo mismo puede ocurrir con peceras y objetos de metal.
Lo recomendable es no saturar la biblioteca de objetos y adornos (sobre todo de gran tamaño). Se hace necesario que sean objetos pequeños, que no impliquen riesgo en el entorno.
5.
La impostergable limpieza es un arma que no podemos olvidar
Al estar los libros
construidos de material orgánico, se transforman en el lugar ideal para la aparición
de distintos tipos de alimañas y hongos. Son estas de las mayores amenazas que
podemos encontrar en nuestra biblioteca. Más aún si los libros ya son de
segunda mano, y han pasado por etapas de deterioro.
De allí que lo fundamental
para cuidar los libros, es la limpieza. El primer enemigo a vencer en esta
batalla es el polvo. Luego los posibles hongos que estén al borde, o dentro de
las hojas. Para ello se hace imprescindible usar un paño levemente humedecido
(casi seco) para con ello retirar el polvo.
Los hongos requieren un trabajo de mayor envergadura, y con solo limpiar no haremos nada. Se requiere el uso de materiales químicos, y en algunos casos lijar con suavidad los bordes donde estén los hongos. Pero esto dependerá del tipo de papel, y la gravedad del caso. Ya cuando las páginas están muy enfermas se puede esperar poco.
6.
El deseo constante de subrayar los libros, escribir sobre ellos, o anotar en
los bordes
Sin lugar a dudas, todos, la
mayoría de lectores, hemos subrayado alguna vez algún libro. De hecho es algo
muy común, y en ocasiones se hace parte de recomendaciones para llevar a cabo
estudios, o por fanáticos de la memoria. Lo importante es saber que no esta
bien. Nadie esta en la excepción. Cuando tenía poco sentido sobre esto, utilizaba la costumbre de subrayar alguna cita, o algún pasaje
que me parecía interesante. Hasta que pude notar la diferencia.
Subrayar los libros los deteriora, ya que la tinta de los marcadores o bolígrafos, mancha las paginas, puede borrar la tinta, e incluso terminar ocultando alguna parte del texto, quitándole sentido. Además de ello, un libro es un patrimonio, que de seguro en algún momento podemos donar, sin saber quién lo pueda llegar a leer y disfrutar. Rayarlos para recordar algo, y hacer anotaciones a los bordes de las páginas, no es recomendable. Puedes tomar unas hojas en blanco, o un pequeño block de notas, y realizar allí ese trabajo. Subrayar no ayudara a tus libros.
7.
La revisión de agentes nocivos dentro de los lomos, en las hendiduras de las
encuadernaciones y sobre las páginas
En el apartado sobre la
limpieza hablamos de su importancia, y de la necesidad de mantener un cuidado
ideal, sobre todo con el polvo. Pero lo que a la larga dañara tu libro, serán
los hongos y animales como cucarachas que crezcan dentro. Las cucarachas no se irán
si no retiras el polvo, y los posibles restos orgánicos. Suelen esconderse en
los lomos de nuestros libros.
Aplicar insecticidas puede
ser contraproducente, porque estos químicos queman el papel, y posiblemente la cucaracha
o alimaña sobreviva. Lo mejor es retirar toda la suciedad presente, y en caso
de hongos, puedes llevar el libro sellado en una bolsa ziploc, y colocarlo algunas horas en el freezer o
refrigerador de tu nevera, y con ello podrás combatir los hongos y alimañas. Es
importante que el freezer sea no frost
(sin humedad)
8.
El uso de adhesivos, y la reparación casera de nuestros libros, puede ser uno
de los peores errores
Es muy común que cerca de
nuestra caja de libros tengamos adhesivos, cintas trasparentes para embalar, u
otro tipo de material que consideramos necesario para arreglar nuestros libros.
Acá las principales víctimas son las portadas rotas, o los lomos desprendidos.
Pero en ningún momento es
recomendable usar adhesivos para reparar los libros, y tampoco cintas de
embalar. Los pegamentos de estas cintas deterioran las páginas, las portadas,
los colores, y pueden desfigurar la encuadernación. Y lo más común es, que al
momento de querer retirarlos terminemos dañando aún más los libros,
rompiéndolos en los bordes, o despegando de manera significativa el lomo.
Para preservar de mejor
manera los ejemplares de nuestra biblioteca, es mejor usar un pegamento indicado (cola blanca, engrudos orgánicos) y en mejor medida, buscar ayuda de un
encuadernador.
9.
El común uso de flores, cartulinas, recortes, tickets, y dobleces de páginas
Es quizás uno de los usos
más comunes y extendidos que se le ha dado a los libros. Guardar flores y hojas
dentro de sus páginas. Es una de las formas de marcar, o darle un toque
personal a la lectura. Pero esto puede dañar nuestros libros, ya que las hojas
y las flores pueden manchar las páginas, y generar ácidos que al final creen
problemas mayores.
Lo mismo ocurre con recortes, cartulinas y tickets de compras, la tinta de estos materiales deteriora la calidad del libro y su conservación. Y doblar las páginas en las esquinas y los bordes, al final pueden terminar por romperlas, y al hacerlo en un gran número, se daña la encuadernación. Aunque las flores nos parezcan románticas para una lectura, es mejor no usarlas dentro de tus libros.
10.
Y de pronto se rompió el lomo y se escuchó un crujido
Sucede que por comodidad de
lectura, creemos que es necesario hacer que el libro se abra en toda su
amplitud, porque de esa manera entendemos mejor, disfrutamos más, o creemos que
es más cómodo. Sin embrago, es un gran daño el que le hacemos a nuestros libros
al forzarlos de esa manera.
La apertura para la lectura debe ser proporcional a lo que el lomo del libro, y la encuadernación, permite. Si te enfocas en creer que por comodidad, debes abrir el libro sin tener esto presente, lo dañaras, desprenderás las páginas, o terminaras con el lomo. Es preferible que hagas un esfuerzo en leer con atención, a que dañes el ejemplar.
11.
Disfruto mucho cuando leo, entonces bebo y como
Disfrutar de un buen libro,
implica también en muchas ocasiones, disfrutar de una buena taza de café, o
algún aperitivo preferido. Nos agrada leer y acompañarlo con una comida.
Mientras pasamos la paginas tomamos nuestra taza de café, y con paciencia
sorbemos. Es justo en ese instante, cuando todo se puede derramar, y el café
acabar con el buen estado de nuestro libro.
Lo mismo nos puede ocurrir con las comidas. Comer mientras se lee, implica manchar las hojas, dejar residuos dentro de las páginas que pueden afectar el libro, y en algunas ocasiones tener la tentación de usar el libro como bandeja, o porta vaso. Lo recomendable, es buscar tiempo para comer, y luego reanudar la lectura.
12.
Me gusta leer en sitios públicos, voy al parque, las plazas, y los jardines
En la actualidad, las
lecturas al aire libre se han convertido en algo en boga. Por momentos tenemos
la sensación que disfrutar de la lectura, implica disfrutar de un ambiente y
paisaje agradable, esto puede ser sugestivo, y también formar parte de un gusto
personal.
Lo que debes saber es que al
leer en espacios abiertos como jardines o parques, expones tus libros a los
daños que pueden ocasionar polillas, insectos, u otros bichos. Al igual que a la posibles lluvias, que puedan
llegar a sorprenderte. Si eres uno de esos lectores de espacios abiertos, solo
debes tomar las previsiones. Empacar bien tus libros, verificar la existencia
de nidos de pájaros alrededor, y tener presente la existencia de polillas
provenientes de los árboles, e insectos de la grama.
13.
Tengo los libros cerca de mi ventana, cerca de la luz del Sol
Este es quizás uno de los
puntos más importantes al momento de resguardar tus libros. No debes colocarlos
cerca de una ventana, donde la luz del sol constantemente los ilumine. Muchos
lectores podemos creer que se ve bonito, que es estético ver como las portadas
brillan, pero en realidad estamos acortando la vida de nuestros libros.
La luz solar seca el papel, deteriora la tinta, haciéndola invisible. Acaba con los colores, y en última instancia destruye nuestro libro. En momentos de cambio climático esta realidad es mucho más grave. Por eso evita la luz solar constante sobre tus libros.
14.
Suelo mezclar los libros tumbados con los libros de pie
Al momento de acomodar nuestros libros, podemos tener muchos dolores de cabeza. Sobre todo si los tamaños varían mucho. Los ejemplares más grandes y más pesados, se convierten en las piezas a ocupar más espacio. Y podemos llegar a creer que no se pueden dañar independientemente de la posición.
No es así, se pueden dañar, de hecho el lomo de los libros más pesados es más delicado. En este aspecto, no es bueno mezclar los libros que colocamos de pie, con otros tumbados encima. Esto a la larga va a comprimir tus libros, o los va a dañar en su estructura. Colócalos todos de pie, o todos tumbados (por orden de tamaño)
Nuestros libros quizás no logren sorprender a la eternidad, de hecho, tienen su vida útil señalada, y en algún momento desaparecerán. Lo importantes es aportarle los mejores cuidados para que esa vida se alargue. Estos concejos no son la receta para la eternidad, pero si una guía para que en futuras generaciones, algunos de nuestros libros sigan estando presentes, regalando en sus páginas (ya cansadas por el tiempo) todas las luces que guardan, luces que seguirán abriendo otros caminos, y otros ojos, en la posteridad, que de seguro agradecerá su conservación.
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