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jueves, 27 de mayo de 2021

El virus y literatura. De Bernard Shaw a Patrick Deville✅

 

El virus y literatura. De Bernard Shaw a Patrick Deville



Recorrido literario por la obra de dos autores, que abordan el hecho científico, y el desarrollo que han tenido los virus y las posibilidades de vacunas en la historia. El primero de ellos George Bernard Shaw, que expuso el conflicto ético de la medicina en su drama “El dilema del doctor”, junto a sus posturas contra la vacunación en varios de sus estudios. El segundo, Patrick Deville, quien retrata bajo documentación histórica, la aventura de Alexandre Yersin, el famoso padre el bacilo de la terrible Peste Negra, en su novela Peste y Cólera, merecedora de varios reconocimientos literarios.


 

Por Edgar Javier Abreu
 

Las epidemias han tenido más influencia
que los gobiernos en el devenir de nuestra historia
George Bernard Shaw

                                                                                                                     


Bernard Shaw fue uno de los escritores irlandeses más prolíficos de la historia, sesenta obras, y un poco más, certifican eso. En estos días de Virus y literatura, reviso su drama Caesar and Cleopatra (1901. Cesar y Cleopatra). Como ningún otro dramaturgo hasta el momento, se habían visto retratados en su tragedia dionisiaca y sensual, aquellos dos postreros renegados. Cuyas imágenes han simbolizado tanto poder a lo largo de la historia. Tan así, que su final trágico parece estar justificado.


Pero Bernand Shaw era un polemista, y crea prólogos alternativos para su drama. Cesar y Cleopatra no pueden aparecer a principios del siglo XX, sin variantes. De esa manera el escritor irlandés hace hablar a Ra, la mayor deidad egipcia, origen de la vida, representación del sol. Ra se viste de maestro de ceremonia sobre las tablas del teatro de Newcastle upon Tyne, el 15 de marzo de 1899. Su vos retumba en el escenario cuando justifica la vida de los amantes.


Meses atrás, cuando Shaw buscaba darle forma al diálogo de Cleopatra, le vinieron a la imagen las posibilidades de la muerte de la Reina. Se dice, y se ha sostenido a lo largo de la historia, que Cleopatra murió debido a la picadura de un áspid, otros relatos hablan de una cobra real. Ya asediada por Augusto, Cleopatra abandona su deseo de sobrevivir o ser capturada. ¿Es cierto?, ¿murió así Cleopatra? Plutarco ya lo ponía en duda en la antigüedad. Más aun teniendo en cuenta que 1.200 años antes de Cristo, el faraón Ramsés-Amonhirjopshef (Ramsés V), murió de viruela, en las que fueron sucesivas epidemias de esta enfermedad en Egipto.


En los albores de la modernidad, Bernard Shaw quizás imagino muchas posibilidades para el fin de la reina, entre ellas la temida peste. ¿Cuál Peste, cual plaga? La misma que ha aparecido desde la literatura más antigua, la misma que se retrata en la Biblia, y la misma que diezmo a los primogénitos de Egipto, cuando el faraón se negó a liberar a los hebreos. Es decir, la enfermedad que ha sido un misterio. Virus y literatura siempre han tenido una simbiosis.


Elizabeth Taylor. Cleopatra (Película 1963)

Ante esto, se puede especular que la poderosa faraona quizás contrajera la enfermedad en una de sus travesías por el Mediterráneo, y tiempo después manifestara los síntomas, siendo encerrada en su palacio. ¿La imaginaria así Shaw?, ¿sería un final para alguna secuencia que se planteara el dramaturgo irlandés? Al igual que la peste, esto es un misterio. En el drama de Bernard Shaw, Cleopatra no muere, el último acto se centra en la aparición de Marco Antonio en escena.


Estas lecturas de Cuarentena, forman un mapa de puntos en común con el presente. Porque la humanidad ha sido acompañadas de las enfermedades y la imaginación, desde siempre.   


Tal como lo afirma la contundente frase se Bernard Shaw “todo lo esta cambiado la Pandemia”. Nada ha estado a salvo de sus intereses y sus posibilidades. Si aplicamos la frase del dramaturgo, encontramos que justo ahora, las variantes del Coronavirus, y las nuevas cepas o posibilidades de enfermedad, forman parte del constante flujo de información.

 

En la biografía que realizo G. K. Chesterton sobre Bernrad Shaw, encuentro innumerables polémicas relacionadas al virus y la literatura.  Mientras leo en otros portales, la información más reciente sobre la fuerza con la que se ha expandido el virus en India, y las aceleraciones en la producción de vacunas.


La paradójico, es que 1881 Bernard Shaw enfermo severamente de viruela, aunque estaba vacunado contra ella. Estuvo en un estado grave aproximadamente durante cuatro semanas. Todo ello antes de ser conocido como un gran dramaturgo. Pero ¿Si había sido vacunado, porque Bernrad Shaw enfermo?, ¿qué sucedió que estuvo a punto de morir? Esta experiencia lo hizo un ferviente militante contra la vacunación. De hecho mantuvo polémicas discusiones sobre la ética médica. “La vacunación obligatoria es un crimen y debería ser castigada como tal”. “La vacuna mata más gente que la viruela”, decía Bernrad Shaw.


George Bernard Shaw

Toda esa visión la retrato de manera magistral en su obra de 1906, The Doctor's Dilemma (El dilema del doctor), una comedia satírica que fue llevada al cine 1958 por Anthony Asquith. La obra tiene por protagonista a Colenso Ridgeon, un médico especializado en vacunas, y que acaba de ser nombrado Sir por sus avances médicos. Ridgeon sostiene que posee una cura contra la tuberculosis. Es un cirujano experto que ejerce la medicina privada. El galeno se caracteriza por su egoísmo y egolatría. Un arrogante sin escrúpulos, que al momento de considerar la posibilidad medica de su invento, se cuestiona a quien y como salvar. Shaw hace una parodia del médico como una especie de dios, que puede decidir quien vive y quien muere. Aunque en el drama existen muchas más cosas y temas de fondo.


De pronto, en el consultorio de Ridgeon aparece una hermosa mujer, la cual cautiva el deseo y los apetitos del médico. Su nombre es Jennifer. Esta le pide al galeno que salve a su marido Louis. Ridgeon rechaza esta petición.  En ese punto Bernard Shaw comienza a poner en escena el dilema central de la obra: ¿A quién salvar?, ¿cuál es el verdadero alcance de la medicina?, ¿quiénes merecen un tratamiento o no? Ridgeon se entera que Louis es un gran artista, y de esa manera considera su negativa inicial de atenderlo.


 The Doctor's Dilemma (El dilema del doctor)

Con ello el drama adquiere su mayor tensión, y sus dosis de sátira. Las intenciones del médico, y el temperamento del artista, poco a poco desnudaran lo que puede llegar a esconderse detrás de ambas profesiones, y como ello forma parte de un engaño mayor en una sociedad de cómplices.


“La ciencia es siempre simple y siempre profunda. Son sólo las verdades a medias que son peligrosas”. Nos dice el Premio Nobel de Literatura, en el primer Acto de su dilema médico.


Y en esta simbiosis de Virus y literatura, otra obra se suma a este panorama de Coronavirus, y  el misterio de la enfermedad vuelve a ser el protagonista. ¿Dónde está la fuente?, ¿quiénes fueron los primeros enfermos?, ¿cómo llamamos a este bicho? Estas parecen ser las incógnitas que nos podemos hacer mientras se avanza en la lectura de Peste y Cólera, del escritor francés Patrick Deville. La semejanza de la novela con Bernard Shaw, es que el protagonista de esta obra es uno de sus contemporáneos, Alexandre Yersin. Lo otro paradójico, es que en Peste y Cólera no existe una determinación ética sobre como abordar el virus. Todo lo contrario, Yersin es la figura del investigador científico, del etnólogo y bacteriólogo decidido.


Estamos a finales del siglo XIX, con los discípulos de la escuela de Louis Pasteur. Yersin es uno de esos discípulos aventajados, que desde muy joven fantaseo con los misterios de la naturaleza en su Suiza natal. Y que de pronto a los 22 años aparece en París, en medio de las más acaloradas discusiones científicas del momento.



A las preguntas del origen del Coronavirus, quizás se puedan encontrar muchas respuestas y similitudes en la lectura de Peste y Cólera. Ya que la obra nos traslada en su trasfondo, a los debates sobre las tesis científicas de médicos como el alemán Robert Koch, o el ruso Ilich Méchnikov, sobre las vacunas y la inmunología. Debates que alimentaron la imaginación de Bernard Shaw, y las polémicas en sus obras.


En la obra, Yersin se prepara en el conocimiento y la investigación, para posteriormente ser considerado el descubridor del llamado “Bacilo Peste”, bautizado “Bacilo Yersin”. De allí que Patrick Deville se dé a la tarea de narrar toda una epopeya histórica, documentada en la correspondencia que mantenía Yersin con sus colegas médicos sobre sus deseos de aventura, y su fascinación ante la fuente de la peste. 


La novela esta ambientada en una época de grandes descubrimientos y avances. Detalla de manera fotográfica los viajes que realiza Yersin desde el Medio Oriente, hasta las selvas asiáticas, como si de El Corazón de las tinieblas se tratase. Hong Kong, es el punto neurálgico. Allí están presente los últimos acontecimientos del virus. A la antigua colonia inglesa se suma toda Asia como la geografía del virus.


Los enlaces literarios no se hacen esperar, Deville busca darle un contexto de época, realizando paralelismo entre ambos oficios, el científico, y el literario. “Durante la primavera de ese año, que Yersin pasa haciendo la ida y vuelta entre Manila y Saigón sobre el mar Amarillo, es cuando Rimbaud regresa por última vez al puerto de Marsella”. Nos dice en el capítulo titulado Vidas paralelas. De allí que la obra se mueva en ese péndulo de cambio de roles. Por momentos Yersin se asemeja a un poeta aventurero, que posiblemente encuentre en su odisea hacia la Conchinchina, la muerte. Es importante acotar que Rimbaud vuelve a Marsella en busca de un cirujano que le ampute la pierna, para salvar la vida.


Alexandre Yersin. Médico y bacteriólogo franco-suizo

Por su parte, Yersin encuentra en el japonés Kitasato Shibasaburo, su más encomiable rival. Y gracias a las posibilidades de la literatura, Patrick Deville recrean el soterrado enfrentamiento entre ambas figuras, en la búsqueda del agente patógeno. Nos narra Deville “(…) Yersin y Kitasato saben bien que deben su estancia allí a Koch y a Pasteur, dos genios tan absolutos como Galileo. 


Barón Kitasato Shibasaburo. Médico y bacteriólogo japonés

Ambos saben que son enanos encaramados a hombros de dos gigantes. Kitasato tiene la ventaja sobre el terreno. Ningún cadáver será puesto a disposición de Yersin (…). Todo ello sucede hasta que (según la leyenda) el europeo se las arregla para sustraer cuerpos de infectados de la morgue, y poder así llevar a cabo sus estudios en una pequeña choza de bambú, hasta dar con el virus


Y estas serían las últimas palabras en estas circunstancias de Coronavirus, junto a Peste y Colera, y su verosimilitud. En un presente donde nada parece creíble, y el misterio (al igual que sobre la Viruela y la Peste Negra) se cierne sobre el “Nuevo Virus”. No se sabe cómo y dónde se originó. El relato del mercado de Wuhan ya es mitológico. Sobre la aventura de Yersin, no se sabe si el agente patógeno que descubrió, fue el causante de la todas las muertes de peste a lo largo de la historia. Tampoco si fue él, o Kitasato Shibasaburo, quien lo descubrió. De seguro George Bernard Shaw ante esta situación, encontraría mucho material para sus dramas.


Afortunadamente la literatura tiene las llaves para encontrar muchas puertas, hacia algo más creíble.

 

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